Cuando sufro más de la cuenta sin motivos aparentes, cuando mi rendimiento personal desciende, si estoy más triste de lo habitual y por más tiempo, si tengo miedos o bloqueos que me limitan, si no estoy satisfecho con mis logros sociales o emocionales, si estoy muy nervioso y no puedo controlarlo, si estoy más preocupado de lo habitual, con demasiadas cosas en la cabeza que no logro quitarme, o si estoy estresado y este estado no desaparece en un plazo razonable de tiempo.
Si soy consciente de alguno de estos síntomas o alguien me los hace notar, es el momento de acudir a un tratamiento psicológico o psiquiátrico.
Asimismo deberíamos asistir a tratamiento si ya hemos pasado los síntomas anteriores y sufrimos de forma manifiesta ansiedad, depresión, obsesiones o alteraciones de la conducta en cualquiera de sus manifestaciones. La demora en tratar estos problemas se traduce en un sufrimiento innecesario.